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lunes, 28 de marzo de 2022

CON MOTIVO DEL DÍA DE LA MUJER.



 Te quiero libre, sin miedos, con coraje y fuerza. Te quiero capaz de lo que sea, demostrando lo que eres y todo lo que puedes conseguir. Te quiero ver volar, con o sin alas, sin dejar que nadie te frene. Te quiero valiente, queriéndote como jamás te has querido, con ganas de vivir, de luchar y de ser alguien mejor. Te quiero con derechos, con libertades, y con todo lo que mereces. Te quiero humana. Y tú, siempre tú. Te quiero soñadora, increíble, leal a ti. Te quiero así como tú eres: especial, diferente, única. Te quiero con oportunidades, sin límites, sin desigualdad. Te quiero ver llegar a salvo y escuchar tu risa. Te quiero aquí, con todas.


Te quiero MUJER, con todas las letras y por siempre.

PENSAMIENTOS.



 Hay días que te levantas con melancolía, con sentimientos de tristeza, como perdida, buscando ganas de seguir, sintiendo que estás sola y añorando a quienes no están. Pues bien, así me encontraba yo esta mañana. Por eso moví la cabeza como negando todo y me dije levántate y sigue adelante que la vida es lo más hermoso que tenemos. Me miré al espejo y me iluminó mi sonrisa, así que salí a la calle y me inundó la vida. Esa vida, que a pesar de pandemias, guerras, manipulaciones, injusticias, pobreza..., es la que tenemos y tenemos que defenderla a “capa y espada”. Y luchar porque no sigan pisoteándonos procurando ser lo más felices posible y ayudando primero a quien tienes más cerca.


Hoy en el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernández.

 Es uno de mis poetas de la mesita de noche.

Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!

Pablo Neruda.

 SERRAT CANTA A MIGUEL HERNÁNDEZ.



domingo, 20 de marzo de 2022

HOMENAJE DEL PSOE DE CÁDIAR A DOS MUJERES.

El acto de homenaje a Dolores y a Emilia ha sido muy emotivo y después hemos tenido una comida de hermandad.










































CONCIERTO DE LOMBARDA EN CÁDIAR.

Vivir un concierto de Lombarda es una maravilla, son geniales y tocar con ellos, como nosotros hoy, no tiene nombre. 

Gracias Sixto por  hacernos amar aún más la música y gracias Lombarda porque sois fantásticos.

















lunes, 14 de marzo de 2022

VIII CARRERA DEL HORNAZO.




 🏃‍♀️🏃‍♂️🥾Para los deportistas aficionados a correr, a los senderistas, niñ@s, adultos, quien quiera..... o se atreva.......hemos organizado una vez más la 🥨 VIII CARRERA DEL HORNAZO🥨, el día 2 de mayo, el plazo de inscripción ya está abierto en la página de Cruzando la Meta https://www.cruzandolameta.es/.../viii-carrera-popular.../.
Para los primeros 50 inscritos en carrera y senderismo se sortearán dos noches de alojamiento para dos personas en la localidad.

TANGO EN CÁDIAR.

 💃TANGO EN CÁDIAR✨

Éste jueves a las 20 h en el Salón, podremos disfrutar de un espectaculo de Tango, música, voz y baile, dentro del 34º FESTIVAL DE TANGO organizado y promocionado por la Diputación de Granada. 

GRACIELA NOVELLINO (Voz)

Ramón Maschio (Guitarra)

Selena Riso y Manuela D´Orazio (Tango Danza)



domingo, 13 de marzo de 2022

CON EL PELUCHE EN BRAZOS (Extracto de artículo publicado en Ideal, por Esteban de las Heras Balbás)

 CON EL PELUCHE EN BRAZOS

 (Extracto de artículo publicado en Ideal, por Esteban de las Heras Balbás)


“Llegan con el peluche bajo el brazo, el abrigo acolchado y las botas de agua. Los niños de la guerra han cambiado el edredón nórdico de plumas por una manta vieja y el calor del hogar por la ventisca. Se asoman al cristal empañado de las ventanillas del tren para enseñarnos sus ojos de inocencia. El dolor y la ternura de esos niños sin nombre y con un mañana incierto nos remueven las entrañas. Ellos y sus madres se separan del padre «como la uña de la carne». Las guerras, las puñeteras guerras, repiten este angustioso ritual desde la noche de los tiempos. «Preferible sería que al perderte la tierra me tragara», dice Andrómaca a Héctor en la Ilíada, y el anónimo poeta del Cantar de Mío Cid condensa en un emotivo verso alejandrino la despedida del Campeador: «Agora nos partimos, ¡Dios sabe el ajuntar!». Nada ha cambiado desde Troya. Las cámaras de los reporteros de ahora captan ese inmenso montón de dramas, esos desastres de la guerra, que se van superponiendo cada hora en la pantalla en un insufrible desfile de pena y de barbarie. Vemos que muchas de esas madres, tras poner a salvo a sus críos, se vuelven para defender su patria. Estas ucranianas son redivivas Agustinas de Aragón, heroínas anónimas que no se resignan a perder el derecho a vivir en su tierra. Y desde nuestro podrido confort apenas podemos entender esta orgullosa voluntad, esta firmeza que teníamos olvidada en aquel libro escolar donde dormita la 'Oda al Dos de Mayo' del poeta jienense Bernardo López García –«Y van roncas las mujeres / empujando los cañones»– o en la locura épica de los últimos de Filipinas, entre los que aguantó hasta el final Eufemio Sánchez, soldado de la Puebla de Don Fadrique.


En la galería de horrores que no cesan, nos llegan también las estremecedoras imágenes de las fosas comunes en Mariúpol. Sin ataúd, sin flores, sin responso y sin familia. Peor que en la peor etapa de la covid. Los muertos en esta ciudad, en la que se ha cebado Putin en su afán de superar a Pol Pot en genocidio, solo llevan un plástico como mortaja. Sin un rótulo con su nombre, sin una cruz, sin nada. Es la vuelta bíblica del polvo al polvo. Entierro de apestados, que ni los perros tienen. “

 (Extracto de artículo publicado en Ideal, por Esteban de las Heras Balbás)


“Llegan con el peluche bajo el brazo, el abrigo acolchado y las botas de agua. Los niños de la guerra han cambiado el edredón nórdico de plumas por una manta vieja y el calor del hogar por la ventisca. Se asoman al cristal empañado de las ventanillas del tren para enseñarnos sus ojos de inocencia. El dolor y la ternura de esos niños sin nombre y con un mañana incierto nos remueven las entrañas. Ellos y sus madres se separan del padre «como la uña de la carne». Las guerras, las puñeteras guerras, repiten este angustioso ritual desde la noche de los tiempos. «Preferible sería que al perderte la tierra me tragara», dice Andrómaca a Héctor en la Ilíada, y el anónimo poeta del Cantar de Mío Cid condensa en un emotivo verso alejandrino la despedida del Campeador: «Agora nos partimos, ¡Dios sabe el ajuntar!». Nada ha cambiado desde Troya. Las cámaras de los reporteros de ahora captan ese inmenso montón de dramas, esos desastres de la guerra, que se van superponiendo cada hora en la pantalla en un insufrible desfile de pena y de barbarie. Vemos que muchas de esas madres, tras poner a salvo a sus críos, se vuelven para defender su patria. Estas ucranianas son redivivas Agustinas de Aragón, heroínas anónimas que no se resignan a perder el derecho a vivir en su tierra. Y desde nuestro podrido confort apenas podemos entender esta orgullosa voluntad, esta firmeza que teníamos olvidada en aquel libro escolar donde dormita la 'Oda al Dos de Mayo' del poeta jienense Bernardo López García –«Y van roncas las mujeres / empujando los cañones»– o en la locura épica de los últimos de Filipinas, entre los que aguantó hasta el final Eufemio Sánchez, soldado de la Puebla de Don Fadrique.


En la galería de horrores que no cesan, nos llegan también las estremecedoras imágenes de las fosas comunes en Mariúpol. Sin ataúd, sin flores, sin responso y sin familia. Peor que en la peor etapa de la covid. Los muertos en esta ciudad, en la que se ha cebado Putin en su afán de superar a Pol Pot en genocidio, solo llevan un plástico como mortaja. Sin un rótulo con su nombre, sin una cruz, sin nada. Es la vuelta bíblica del polvo al polvo. Entierro de apestados, que ni los perros tienen. “

UN POEMA, UNA MUJER. TEATROCIDADES CÁDIAR.