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sábado, 23 de mayo de 2020

MI PASEÍLLO.




Vuelta a clase de Infantil y Primaria en septiembre.



Como director de un colegio de Educación Infantil y Primaria de 700 alumnos ando bastante preocupado por la reincorporación a clase en septiembre. Y no ya por la organización en sí, que también, sino por las medidas que nuestras autoridades educativas vayan a intentar imponernos a base de Instrucciones y Resoluciones sin saber si son o no son posibles de llevar a cabo. Me temo que estamos en una guerra con dos frentes: por un lado está el dichoso COVID19 y, por otro, la viabilidad de las decisiones y medidas que se adopten para que el alumnado vuelva a clase. Creo que urge un diálogo con todas las partes implicadas en esta "vuelta al cole" tan especial; pero también creo que en ese diálogo quienes más pueden aportar son aquellas personas que están al pie del cañón y saben qué es viable y qué no es viable  para conjugar esta mezcla tan explosiva que puede llegar a ser el combinar niños y virus en la escuela. Y el guión de ese diálogo no puede venir impuesto desde arriba: hay que irlo desarrollando entre todos.

Mucho se oye hablar de distancias de seguridad, de higiene de manos y utensilios, de alternar por turnos clases presenciales  y clases a distancia, etc. Pero, en la práctica, ¿esto cómo se lleva a cabo? Si tenemos en cuenta que las plantillas funcionales de los centros ya están rematadas para el próximo curso y no se observa ningún tipo de refuerzo en materia de personal docente -más bien al contrario, ciertos recortes- eso nos lleva a pensar que habrá que adoptar las medidas que se nos indiquen con los mismos recursos -o menos- que teníamos cuando se decretó el primer estado de alarma. Si esto es así -que lo será-, y contando tan solo con la figura de un conserje para un edificio por el que transitan a diario más de 800 personas, un breve análisis de cuatro puntos de un día a día en un colegio de Educación Infantil y Primaria nos arrojará el siguiente resultado:

1.- Distancia de seguridad. Si se pretende que los niños guarden una distancia de seguridad mientras acceden al centro, una de dos: o hay que entrar media hora antes -quiénes se ocupan de ello-, o el acceso se demorará como una media hora de la hora habitual de entrada. Eso, sin contar los problemas de circulación en los aledaños, que generará un colapso durante la mencionada media hora, si no más. Si, además, se pretende que se guarde esa distancia en las filas que se forman para acceder a las clases, habrá que sumar otros buenos veinte minutos de retraso al comienzo de las clases.

Dentro de las aulas no hay espacio físico para que veinticinco alumnos-as guarden la distancia de seguridad recomendada. Y mucho menos en Educación Infantil, donde los pupitres son los típicos hexagonales, rectangulares o redondos, compartidos, sin poderlos individualizar. El guardar la distancia de seguridad se complica tanto en el patio de recreo -un maestro por cada treinta alumnos, a ver cómo se consigue-, como en el comedor, donde además el alumnado tendrá que quitarse la mascarilla para comer. Si se hacen turnos tanto para recreos como para comedor, ¿dónde dan clases los maestros de Educación Física?, ¿quiénes vigilan todos esos turnos que se pretenden?, ¿a qué hora come el último turno?, ¿quién desinfecta mesas y sillas entre turno y turno?

Si la distancia de seguridad se pretende conseguir con la disminución del número de alumnos por aula, ¿cómo, dónde, cuándo y quiénesatienden a los del turno que no les toca ese día asistir a su clase presencial?

2.- Higienización de las clases. ¿Cuánto personal y cuántas horas se necesitarían a diario para higienizar a fondo una clase -aunque fuera con disminución de alumnado- para que estuviera perfectamente desinfectada al día siguiente? ¿Se va a contratar a dicho personal durante el número de horas necesarias para tal cometido? Eso sin hablar de la desinfección diaria de baños -¿tras cada uso?-, biblioteca -esa es otra- y aulas de informática, donde el uso de ratones y teclados será una fuente de contagio seguro. ¿Y si la clase es de Educación Infantil, con su juguetería, fichas, ceras, plastilina, etc., todo compartido? Sin contar conque en Educación Infantil y Primaria la limpieza de los colegios depende del Ayuntamiento de turno, que hará o no hará lo que la autoridad educativa ordene en una Instrucción.

3.- Clases online. No sé si se pretende que el mismo maestro-a que da clases durante cinco horas en horario de mañana, atienda también telemáticamente a otro grupo de alumnos que no ha ido a clase ese día en horario de tarde. Además, para las clases online se necesita la necesaria colaboración de las familias, cuyos cónyuges mucho me temo que habrán sido llamados a trabajar para esa fecha. ¿Cómo se concilia ese asunto? Sin hablar de las familias sin dispositivos, los llamados "desconectados". ¿Prevé la administración educativa alguna ayuda para ellos?

4.- Geles hidroalcohólicos y jabones en los baños. La pregunta es muy simple: ¿quién repone a lo largo del día tales productos en las múltiples aulas y aseos que existen en un colegio mediano o grande? ¿Y quién se encarga de comprobar que el niño o la niña se lava efectivamente las manos en repetidas ocasiones a lo largo de la mañana? ¿Cuánto tiempo de clase se pierde en ello?

Porque hacer normas e instrucciones desde un despacho es relativamente fácil. El problema es llevarlas a cabo en la realidad. Una realidad -la de la Educación Infantil y Primaria- que ha visto cómo se la ningunea en cuestión de personal de administración y servicios. Mientras los niños más dependientes, más vulnerables y que más control exigen -especialmente ahora, con el coronavirus- están en los colegios, son los institutos los que gozan de dos, tres y hasta cuatro conserjes u ordenanzas. Mientras los servicios que garantizan la conciliación de la vida familiar y laboral de las familias (Aula Matinal, Comedor Escolar y Actividades Formativas Complementarias) están en los colegios -los institutos no tienen ninguno de estos servicios- el personal de administración que debería ayudar a gestionarlos no se encuentra en los colegios, sino en los institutos. Y mientras los directores nos desgañitamos pidiendo este tipo de recursos para nuestros centros, la administración hace oídos sordos al respecto, tildándonos a algunos de cansinos con la perorata. Pues ya llegó el virus, señores: ¿para cuándo una redistribución de los efectivos no docentes existentes? ¿O esperamos al próximo virus? Ya sé que esto es predicar en el desierto, pero por decirlo, que no quede.

Yo no lo veo. Debo ser o muy torpe o muy pesimista -o muy realista, a lo mejor-. Y lo peor de todo es que la autoridad educativa está perdiendo un tiempo valioso no llamándonos a exponer la realidad de nuestros centros ante el coronavirus y el regreso del alumnado en septiembre. Quizá no sepamos qué hay que hacer, pero sí sabemos lo que no se puede hacer, y esto también es importante aportarlo.

Y no hablemos ya de toma de temperatura antes de la entrada a clase, cuarentenas de los que se vayan poniendo enfermos -¿él solo? ¿su clase también? ¿el maestro de la clase? ¿el especialista de inglés de la clase que además entra en otras siete clases más?: muchos interrogantes sin respuesta. 

Pues si no se puede, por imposible, ejecutar otras medidas que no sean el uso de la mascarilla y el lavado a menudo de manos con el gel hidroalcohólico, a mí sólo me quedan dos escenarios posibles: o el alumnado no se incorpora a clase en septiembre por temor al contagio y seguimos con las clases online -con más contras que pros, sobre todo a nivel familiar y de bienestar psicológico- o los niños vuelven como siempre, eso sí, con sus mascarillas y su geles hidroalcohólicos en la mochila. Y que sea lo que Dios quiera. Pero por favor, no nos hagan comulgar con ruedas de molino con instrucciones, contrainstrucciones, recontrainstrucciones y demás gaitas imposibles de ejecutar. Seamos realistas: tenemos los colegios que tenemos con el personal que tenemos. Y yo sigo sin ver ningún movimiento por parte de la autoridad educativa en el sentido de adelantarse a los acontecimientos. Esperemos que la vacuna esté disponible durante el verano -cosa harto improbable- porque si no... Y es que el objetivo está a la vuelta de la esquina. El objetivo es septiembre. 

martes, 19 de mayo de 2020

Seguimos en confinamiento.

Ya estamos en la fase I de la desescalada. A ver si somos responsables y seguimos las normas.
Juntos lo lograremos... cumpliendo con las normas básicas: el lavado de manos frecuente con abundante agua y jabón o gel antiséptico, “toser en la flexión del codo"; "evitar aglomeraciones o espacios con muchas personas"; y "respetar la distancia de un metro con personas que refieran síntomas respiratorios".
Recomendaciones oficiales del Ministerio de Sanidad:
Al toser o estornudar, cubrirse la boca y la nariz con el codo flexionado.
Usar pañuelos desechables, y tirarlos tras su uso.
Si se presentan síntomas respiratorios, evitar el contacto cercano (manteniendo una distancia de un metro aproximadamente) con otras personas.
Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca, ya que las manos facilitan la transmisión.
Según el periódico El País: El uso de mascarillas será obligatorio no solo en el transporte público sino también en todos los espacios cerrados y en la calle cuando no se pueda garantizar la distancia mínima entre personas. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, adelantó el domingo que se estaba barajando ampliar el uso más allá de los transportes, pero se desconocían los detalles. El Gobierno y las comunidades autónomas han acordado esta tarde en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) ampliar el uso de mascarillas de forma que este será, por tanto, preceptivo en autobuses, metro, tren y taxi, como hasta ahora, y también en espacios cerrados y en la vía pública “si no es posible garantizar la distancia mínima de seguridad de dos metros”, según ha informado Sanidad.


El Boletín Oficial del Estado ha publicado este miércoles las condiciones en las que hay que usar la mascarilla, que es de uso obligado desde este jueves 21 de mayo en la vía pública, en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público. Además, el propio ministerio de Sanidad ha desvelado a la Cadena SER que no será obligatorio el uso de la mascarilla a la hora de hacer deporte.

Hoy por Cádiar.



sábado, 16 de mayo de 2020

Mi paseíllo.


Ha muerto Julio Anguita, un político íntegro, una persona honrada y buena, el califa rojo. D.E P.

EL ADIÓS A JULIO ANGUITA

Fallece en Córdoba Julio Anguita a los 78 años.

En estos momentos de despedida del que fuera alcalde de Córdoba (1979-86) y prominente figura política de la izquierda andaluza y española, queremos recordar la amistad que le unió a Carlos Cano durante muchos años. Ambos son hijos de una misma generación que nació en la posguerra y que, desde muy jóvenes. tomaron conciencia contra la dictadura franquista y pasaron a la acción para construir una nueva sociedad. Julio Anguita desde el partido comunista y Carlos Cano desde su andalucismo independiente, fueron figuras destacadas en el llamado proceso de transición a la democracia en Andalucía. Y ambos fueron testigos en primera línea del proceso de desmovilización y desencanto que le siguió con las mayorías absolutas del partido socialista, “¡Ay! Felipe de la OTAN, cataflota verigüés...”, en la que el torrente de ilusión colectiva por construir otro mundo posible, se desvanecía y parecía que tomaba una larga siesta. Se consolidaba el tiempo de los enanos y la mediocridad tal como denunciaba Carlos en su canción La metamorfosis:

¿Qué queda de aquel tiempo?
¿Qué fue de la ilusión?
¿Dónde está la esperanza
de nuestra generación?

Julio Anguita fue como coordinador de Izquierda Unida, primero en Andalucía y después en el Estado español, un personaje muy incómodo para el felipismo triunfante, del que recibió un fuerte hostigamiento a través de sus poderosos brazos mediáticos. A su vez, Carlos Cano formaba parte de las listas negras en las que se le vetaba su actuación en localidades y para instituciones controladas por el partido gobernante. Es por ello, por lo que el propio Julio Anguita pidió expresamente que se contratara a Carlos Cano para actuar en algunas campañas electorales del partido comunista y de IU en la década de 1980, a pesar de ser “de otra cuerda”.

En cierto modo Julio y Carlos han tenido vidas paralelas urdidas por una pasión utópica y por un corazón frágil. Ninguno de los dos claudicó “al tiempo de los liliputienses, de títeres, caretas, horteras y parientes” y mantuvieron firmes sus principios inconformistas y su pensamiento crítico. Y también, a ambos, les unía su sueño por Andalucía. Cada uno, a su modo, desde la trinchera política y poético-artística, amaba su tierra y luchaba por ella, que es la manera de hacer un mundo mejor.

Así declaraba Julio Anguita al historiador Juan Andrade para su libro Atraco a la memoria. Un recorrido histórico por la vida política de Julio Anguita (Akal, 2015) su relación con el artista granadino:

“Con Carlos Cano me unían muchas cosas. Fuimos amigos. La relación que me unía con Carlos Cano se explicita con un hecho. Cuando lo operaron en Nueva York, una de las primeras llamadas que hace todavía convaleciente en el hospital es a mi. Y lo que me cuenta entre otras cosas es lo siguiente: ‘He estado charlando con una enfermera negra y me ha hablado con un ritmo que yo no conocía y que más o menos es así…’ Vaya, me empezó a tatarear el ritmo que tenía en la cabeza con unas variaciones que él incorporaba. Pues bien, de ahí salió luego su canción Habaneras de Nueva York en la que hablaba de su operación del corazón y su experiencia en la ciudad. ¿En qué coincidíamos Carlos Cano y yo? En que éramos totalmente contrarios al andalucismo típico y tópico porque defendíamos una Andalucía más profunda y en que reivindicábamos la copla y todo lo que hay en la copla de subversivo. Los dos hablábamos mucho de Andalucía, pero no de la Andalucía de la peineta. Hablábamos de una Andalucía que procedía de la Bética, donde existió una vez Itálica, donde vivió y escribió Séneca. Hablábamos de la Andalucía por la que habían pasado los fenicios y habían estado los tartesios y también el imperio bizantino. Y por supuesto del esplendor de Al Ándalus. Y de la Andalucía barroca. De la Andalucía donde se da el liberalismo. Y de la Andalucía donde surge alguien como Blas Infante o donde tanto se desarrolló la escuela de la fisiocracia. Hablábamos de una Andalucía muy olvidada por la cultura señoritil.
Y obviamente ambos éramos muy apasionados de nuestra música. (…) Carlos Cano y yo nos sentíamos andaluces. Pero desde luego no íbamos con sombrero cordobés ni íbamos a bailar sevillanas porque lo mandasen los cánones. Ni a darles medallas a la Duquesa de Alba ni a la Pantoja. Por no hablar de otras muchas.”

Un abrazo enorme a su familia, amistades y tantísimos compañeros y compañeras del alma que ha dejado. Hasta siempre, Julio. Que la tierra le sea leve

https://cordopolis.es/2020/05/16/muere-a-los-78-anos-julio-anguita-referente-de-la-izquierda-espanola-desde-la-transicion/

viernes, 15 de mayo de 2020

Mi paseíllo.


Los epidemiólogos alertan del riesgo de volver a desbordar el sistema sanitario si se incumplen las medidas

"Si con el 5% hemos desbordado el sistema sanitario, reducir la transmisión es una prioridad", ha explicado el presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, Pere Godoy, en 'Hoy por hoy' con Àngels Barceló


El sistema sanitario puede desbordarse de nuevo si se incumplen las recomendaciones después de conocer los resultados preliminares del macroestudio de seroprevalencia en España. Solo el 5% de los españoles han desarrollado anticuerpos capaces de hacer frente al SARS-CoV-2.
"Si con el 5% hemos desbordado el sistema sanitario hemos, reducir la transmisión es una prioridad", ha explicado el presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, Pere Godoy, en 'Hoy por hoy' con Àngels Barceló y ha destacado que tanto Madrid como Barcelona tienen que ser especialmente prudentes en la desescalada.

Mantener la transmisión al mínimo los próximos meses

"El 95% de los españoles somos suceptibles de ser infectados. Si con la tranmisión que ha habido hasta ahora hemos desbordado el sistema sanitario debemos trabajar por reducirla, ser pacientes y esperar la vacuna. Todo esto es ahora la pririodad", ha dejado claro el experto epidemiólogo.

A la espera de la vacuna

Fomentar la investigación para encontra una vacuna debe ser una de las prioridades. El doctor Godoy está convencido de que habrá vacuna aunque habrá que ver cuál será su grado de efectividad y de duración de inmunidad: "Estamos convencidos de que la habrá. La investigación está preparada para una nueva vacuna para el coronavirus. Puede que no sea una vacuna fantástica al principio o que no genere una inmunidad para toda la vida como pasa en el caso de la gripe". 
La prevalencia del coronavirus ha sido variable según la zona de España. "Sabíamos por los datos que la transmision había sido heterogénea. Las poblaciones por encima 100.000 habitantes tiene más prevalencia. En Madrid se disparó la cadena de transmision de una forma explosiva. También en núcleos como Barcelona que también tiene vuelo internacionales. En el resto ha sido inferior", ha explicado.
Por esta razón Godoy pide prudencia a Madrid y Barcelona para afrontar la desescalada. "Hay que ser muy prudente", insiste.

jueves, 7 de mayo de 2020

Artículo de Antonio Lara Ramos en Ideal. ESTA ESPAÑA (MUERTA) NUESTRA*

 La oposición arremete contra el Gobierno por la gestión de la crisis sanitaria del Covid-19, el Gobierno se defiende como puede y los ciudadanos mientras seguimos en nuestro confinamiento a la espera de que nos den rienda suelta. 
La política está plagada de relatos: medias verdades, medias mentiras o mentiras en toda regla. Pocas veces en política está presente la verdad. Una de las enseñanzas que saqué en política es que la verdad no encaja bien con la política. Hay que escribir siempre un relato a conveniencia. No es que la pandemia haya alterado el ambiente político de este país, ya era deleznable, solo la ha hecho insoportable. 
El momento que vivimos es delicado, y lo va a ser más, sin embargo todos los políticos siguen lanzando en sus discursos medias verdades. Veinte años llevamos de un nuevo siglo y no ha cesado el solivianto por mentiras execrables: nos dijeron que íbamos a una misión de paz, cuando se trataba de una guerra en Irak; una mañana de marzo de 2004 nos contaron que ETA explosionó unos trenes en Madrid, cuando fue el terrorismo islámico; en 2008 una crisis económica se desató, y quisieron hacernos ver que no había crisis; vinieron drásticos recortes en las nóminas, la sanidad o la educación, y se nos dijo que no eran tales; floreció en España la corrupción, y nos quisieron convencer que no era exactamente corrupción.
Ahora ha venido la pandemia del coronavirus, y titubeamos más de lo debido hasta caer en que había que tomar medidas. Entonces todo el mundo calló, incluso los que ahora se quejan de que reaccionamos tarde. El mundo se nos ha venido encima y, entretanto, los partidos políticos tirándose los trastos a la cabeza, construyéndonos su relato de la pandemia, mientras a los ciudadanos, confinados, se nos han bajado las defensas inmunológicas e intelectuales. Acaso tengamos una cierta atrofia mental por estar encerrados, sin respirar aire puro de la naturaleza que oxigene nuestro cerebro. De ello se aprovechan, de nuestra debilidad, e intentan seguir engañándonos con mentiras y más mentiras, llenando las redes sociales y los whatsapp de bulos, y aprovechando nuestro ‘daño cerebral’ para que creamos en todo lo que nos dicen.
Sin embargo, ninguno nos dice por qué la pandemia nos pilló fuera de juego, por qué no supimos reaccionar, por qué no teníamos una industria nacional que nos abasteciera en este tiempo de desgracia de mascarillas, test de diagnóstico o respiradores, y por qué hemos tenido que buscar material en el mercado chino, plagado de mafias internacionales, para que nos engañen tantas veces con material defectuoso. Ninguno de los partidos políticos lo ha explicado y, si sabían cómo evitar que nos arrastráramos como pedigüeños en el ‘fantástico’ mercado global, no lo han dicho. Ni tampoco nos ha ilustrado con saber por qué cuando gobernaron no previeron que España no podía ser solo ese país idílico para el turismo, con las mejores playas, hoteles y los bares de copas más guay de toda Europa, que también debía haberse convertido en un país potente con una industria capaz de hacer frente a una calamidad y a las necesidades de su población. Y me hubiera gustado escuchar las explicaciones asimismo de por qué hemos optado por la deslocalización, como si fuera un signo inevitable de los tiempos, de nuestra industria textil, esa que está en China, India o Bangladesh, donde la producción es muy barata aunque luego nosotros la paguemos a precio de ricos.
Por qué no debaten eso en el Congreso y en las ruedas de prensa, y en esas comparecencias para hablar solo de la pandemia: unos minando la gestión del Gobierno por un puñado de votos, y otros para salir del paso como buenamente pueden con la cruz que les ha caído encima. Y por qué nos lanzan bulos y carnaza para que los ciudadanos nos saquemos los ojos y las entrañas unos a otros en redes sociales para defender sus mentiras. ¡Cuántas cosas me gustaría que respondieran los partidos políticos! 
España no ha estado preparada ni sanitaria ni industrialmente para hacer frente a la pandemia, y de eso tienen mucha culpa los partidos que nos han gobernado al menos en los últimos veinte años.
Cecilia cantaba en 1975 aquella hermosa canción: Mi querida España, que el régimen franquista censuró: España no podía estar muerta, tendría que ser una España nuestra. Pues bien, España ha demostrado que ante la pandemia es una España muerta. La España que les interesa a los que buscan rédito político, no por amor a España, sino por amor a sus intereses. Que España haya visto quebrantada su economía del modo que estamos viendo es culpa de todos ellos, porque España nunca les importó más allá del poder que proporcionaba y las corruptelas que les permitía el control sobre bienes y patrimonios. Que España dependa de sectores económicos tan volátiles como el turismo o la construcción demuestra su escasa capacidad para gestionar la economía de este país, que ahora se ve sumido en la crisis que viene por no tener industria, investigación y desarrollo para salir adelante. ¡Que inventen ellos!, ¿verdad? 
Cuanto del efímero mañana machadiano tiene la España del momento es atribuible a quienes nos han gobernado, esos que no han sabido crear en España una economía estructuralmente más sólida, resistente a las desgracias y calamidades. Y no una economía que se pareciera a aquella economía de subsistencia que recordamos de siglos pasados, cuando una sequía en el campo provocaba crisis, miseria y hambre. Aquel campo, nuestro turismo de ahora.
 * Artículo publicado en Ideal, 05/05/2020