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jueves, 26 de marzo de 2020

Herminia Luque y el saber salva.

Con la introducción de su hermana y también escritora Aurora Luque.
Mi hermana publica aquí una encendida defensa del conocimiento. Muy necesaria, sí, en un país que se envanece de tener cuatro equipos de fútbol entre los veinte primeros del mundo pero que dedica a la investigación cuatro veces menos que Corea del Sur. Hoy, amigos confinados, sabemos lo cara que se paga esta falta de seriedad.

Nosotras traemos la lección aprendida de casa. Nuestro padre pidió al ayuntamiento que cambiara el nombre de la calle en que vivíamos (calle Nueva) por el de Doctor Fleming, en homenaje al inventor de la penicilina. Calle Doctor Fleming, número dos, Cádiar, Granada, Alpujarra profunda.

Y aborrecemos profundamente toda esa indulgencia social frente al delirante negocio del fútbol.

Publicación de Herminia:
EL SABER SALVA. Escribe Antonio Muñoz Molina hoy en El País un magnífico artículo titulado "El regreso del conocimiento". Viene a decirnos que el conocimiento (en estas circunstancias, cuando nos damos cuenta del valor de quienes saben, de profesionales cuya cualificación y experiencia) es absolutamente vital para nuestra supervivencia como individuos y como sociedad. Nos habíamos acostumbrado, dice, "al descrédito del saber, a la celebración de la impostura y la ignorancia".
Modestamente es lo que yo he tratado de inculcar, año tras año de docencia, a mis alumnos: la importancia absoluta del conocimiento, el valor por excelencia; un meta-valor, como nos dijo Rita Levi-Montalcini, porque sin él no hay posibilidad de ningún otro. El saber salva, el conocimiento es lo único a lo que podemos agarrarnos en estas hora duras para superar esta horrenda crisis a la que nos enfrentamos. Crisis que nos demuesta no solo la fragilidad de un mundo tecnificado e hiperglobalizado sino estúpidamente tecnificado y globalizado. ¿Por qué tenemos todos los entretenimientos que queramos y no poseemos suficiente medios científicos y técnicos para atajar la pandemia? ¿Porque hemos despreciado lo esencial, el conocimiento científico y su aplicación social, hemos dejado de lado la investigación y la docencia, de promocionar y aupar la excelencia en estos campos y nos hemos dedicado a cosas más rentables a corto plazo? Sí, el conocimiento tiene poco valor, escasísimo reconocimiento en nuestra sociedad. Es este un momento adecuado para reflexionar al respecto (algo que desde un pensamiento educado y ejercitado en ello podemos hacer mejor) y tomar decisiones con cordura.
Y seguir afirmando, según el adagio que Levi-Montalcini eligió como título para su libro: atrévete a saber. Rita Levi-Montalcini, premio Nobel de Medicina, publicó este libro en su extrema vejez, a los 95 años, revisándolo incluso antes de su muerte a los 103 años. Ahora pensemos si, en medio de esta espantosa crisis, podemos perder impunemente a tantas personas, tantos mayores a los que debemos tanto conocimiento, tanta vida.

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