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miércoles, 13 de julio de 2022

SENTIMIENTOS.

 


Nunca estamos preparados. Nadie nos prepara para la muerte. Para decir adiós. Para despedirnos de las personas que queremos. Qué difícil es hacerlo. Qué difícil es dejar de ver a quiénes querríamos ver todos los días. A quiénes querríamos abrazar un ratito sí y otro también. Qué difícil es dejar momentos atrás, guardados en un cajón, para que no se escapen jamás. Porque ya no podremos crear otros. Qué difícil es dejar de escuchar el sonido de sus risas. O simplemente, qué difícil es no encontrarlos al lado. Qué difícil es quedarnos con lo vivido, y ya está. Con el recuerdo. Qué difícil es tener que llenarnos de fuerza para continuar. Sin un trocito de nuestro corazón. Un trocito que nadie ocupará jamás. 

Qué difícil es perderlos. Pero qué bonito es mirar al cielo y saber que nos acompañan desde allí arriba.

Y volver a sonreír, aunque hay veces que la vida nos atropella. Nos pasa por encima a toda velocidad y nos quedamos casi rotos, algo así como a pedacitos y sin saber muy bien cómo unir las piezas. Y por un tiempo nada es igual. La sonrisa cae, las lágrimas también. El tiempo se viene encima, las fuerzas flaquean, y los ánimos no saben muy bien dónde están. Pero llega. Al final todo pasa. Y aprendemos como en el cuento:”Esto también pasará”. Nos paramos, recargamos  y seguimos hacia adelante. Quizá la tormenta aún no ha terminado. Quizá aún llueve. Quién sabe. Pero por un momento empezamos a ver el sol. Y volvemos a sonreír. Quizá sea la noria de la vida, pero no está nada mal, de vez en cuando, parar la noria y sonreír y volar buscando la felicidad y sentir la vida. Y vivir el presente.






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