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domingo, 4 de abril de 2021

PENSIMIENTOS.



 Creo en las personas que te alegran el día. Las que marcan la diferencia y te salvan con un simple abrazo. Creo en las charlas al sol, y en los brindis por lo que sea. En los “a la primera invito yo”, simplemente para que haya una segunda. Creo en las personas de verdad, en las que tienen buen corazón, y en las que no fallan. Las que se quedan, y hacen el camino más fácil. Creo en la compañía, independientemente del lugar. Porque al fin y al cabo eso es lo que importa. Creo en las risas interminables, la complicidad y el cariño. En las personas que saben ser, y no solo estar. Creo en las cosas bonitas de la vida, y en las personas que la hacen más bonita aún.



Qué ganas de viajar. De buscar un billete a donde sea, hacer la maleta y recorrer mundo en la mejor compañía.

Qué ganas de abrazar, bien fuerte, y quedarnos ahí un ratito. Sin tener que echar la cara para otro lado.

Qué ganas de besar. De saludar con dos besos, o con uno. De dar besos sonados a quienes más queremos. Sin miedo.

Qué ganas de una reunión familiar, en una misma mesa, así, mezclados unos con otros, pegaditos, disfrutando.

Qué ganas de reencontrarnos. De apretujarnos. De estar cerca, sin distancia, sin límites.

Qué ganas de comer y tomarnos una copa, o las que sean, donde nos dé la gana, a la hora que sea, sin mirar el reloj. Sin acabar antes de lo que queremos. Sin pensar cuántos somos.

Qué ganas de achuchar a nuestros abuelos sin ponerlos en peligro.

Qué ganas de una buena feria, unos bailes sin límite, un brindis por todos. Así, juntos. De salir de fiesta y rompernos la voz, los pies, y la risa.

Qué ganas de las charlas interminables, y que dé igual si a un centímetro, o a dos. Si hablando fuerte o flojito.

Qué ganas de una tarde de domingo en casa, todos, sin ventanas abiertas, ni el agobio encima.

Qué ganas de que podamos estar juntos en los momentos más duros, más difíciles y en los que más necesitamos a alguien al lado.

Qué ganas de ir sin mascarilla, de sentir el aire puro sin nada que lo frene. De enseñar nuestra mejor sonrisa, y no solo con los ojos.

Qué ganas de normalidad, de darle una patada al covid, de volver a ser libres, sin miedos y sin pensar demasiado. 

Qué ganas, simplemente, de volver.




Esta noche me paso simplemente para decirte que te echo de menos. Y ya está. Que te sigo recordando a cada paso. Que sigo viéndote en las personas que más te quieren. Sigo viéndote en tu rincón de siempre. En cada lugar y cada momento. Sigo sintiéndote aquí, con nosotros. Con tu sonrisa, con ese sonido de tu risa. 

Hoy solo quería decirte que te recuerdo a cada paso, y que qué bueno saber que jamás te irás, aunque ya nunca vuelvas.




Ojalá pudiésemos volver. Volver a aquel momento, donde no faltaba nadie.

Ojalá pudiésemos seguir en aquel instante donde éramos felices.

Ojalá no hubiésemos conocido lo que es el dolor. Ni tuviésemos que aprender a despedirnos.

Ojalá no supiéramos lo que es echar de menos.

Ojalá mirar al cielo no doliese.

Ojalá, ojalá hubiésemos podido parar el tiempo.


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