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domingo, 19 de julio de 2020

Carta de una maestra al consejero de Educación

Andalucía, 18 de julio de 2020
Señor Javier Imbroda:
Soy maestra de la especialidad de Primaria y, como usted sabe de sobra, el trabajo por el que siempre he soñado pende de un hilo. 
No sé si lo sabe, es más ni siquiera sé si le interesa, pero elegí esta profesión cuando estaba en el colegio. En todos esos 6 años de Primaria tuve dos tutoras: sí, no se sorprenda, solo dos. Ellas estaban todo el día conmigo, éramos “sus niños”, y solo salían para que nos diesen Inglés, Música, Religión y Educación Física. Horas en las que ellas daban refuerzo.
No sabe usted la tranquilidad que sentíamos por la puerta cuando entrábamos y estaba ella. Era como casi nuestra madre. Estábamos con ella prácticamente toda la mañana y nos conocía con tan solo mirarnos. Confieso que alguna vez fue frustrante recibir regañinas o castigos solo por pensar en hacer algo malo, sin ejecutarlo, ya que ella solía saber al mirarme lo que tramaba. También notaba cualquier cosa rara en mí. Sabía si estaba triste o si había entrado por la puerta con un ángulo distinto del entrecejo. Sabía cómo hacer que le contara qué ocurría y, lo más importante, sabía consolarme y hacerme sentir que —fuera lo que fuese lo que me hubiese pasado— ya daba igual porque ahora estaba en el cole, con ella: ahora estaba en “mi otra casa”, como le gustaba decir.
Pues bien, en uno de esos momentos en los que lloré y me abrazó decidí que quería ser maestra. Que quería ser tutora. El Inglés no estaba mal, y adoraba Educación física y el deporte, pero yo quería tener “mis niños” y darles también esa “segunda casa” donde aislarse del mundo y ser ellos mismos.
Usted y sus predecesores, pero usted de manera clara e incisiva, están reventando la Etapa de Educación Primaria por dentro, y les reconozco que son inteligentes. La Etapa de Educación Primaria está ideada con una figura de la que parte el proceso enseñanza aprendizaje, que es la figura del tutor. Esta etapa de transición entre Infantil y Secundaria es vital para el desarrollo psicoevolutivo del alumnado. Es una etapa en la que se necesita, como en Infantil, una figura de referencia que imite el sistema parental y aporte seguridad, apoyo psicoemocional estable y conocimiento personal de cada alumno y sus necesidades, ya que todo ello es fundamental para el desarrollo correcto del proceso enseñanza aprendizaje. Esto es así, no lo hemos inventado ni usted ni yo, solo que usted quiere destruirlo y yo, defenderlo hasta mi último aliento.
¿Qué pasa con este sistema? Pues que sale caro, que sale más caro que el que usted ha descubierto con tanto fervor. Le sale más barato contratar a un especialista, y que lleve su especialidad y la tutoría, que a tantos tutores como líneas haya y rellenar horarios con refuerzos y formaciones, que falta hace. Además, le reconozco que han sido listos creando, queriéndolo o sin querer, esta guerra absurda entre especialistas y generalistas, distrayéndonos a todos acerca del verdadero enemigo, que —por supuesto— es su administración y las ganas que tiene la misma de desmantelar la escuela pública.
Esto no es cuestión de capacidad o no, no es cuestión de si un especialista puede ser o no un gran tutor. No es el tema para nada. De hecho, hay muchos que son grandísimos tutores y hacen malabares para no descuidar ni la tutoría ni la especialidad. Pero tampoco va de eso: va de destrozar poco a poco los cimientos de la etapa de Primaria para ahorrar dinero; va de pagarle a una persona especialista el sueldo de una, cuando realmente hace el trabajo de dos; va de que la tutoría requiere tanto que no te puedes dedicar a otra cosa sin descuidarla; va de que las especialidades necesitan también toda la atención del especialista; va de la elección personal que hicimos cada una de nosotras cuando opositamos; va de pasar el máximo número de horas con tus tutelados; va de que entre el menos número posible de docentes en cada clase, no por el COVID sino por la calidad del proceso enseñanza aprendizaje.
Claro, a usted solo le importa el dinero, ahorrar por encima de cualquier cosa. Le da igual que un niño que viene de Infantil de estar todo el día con su “seño” pase a tener a 6 o 7 docentes entrando y saliendo del aula. A usted, como piensa en euros, no le importan para nada las consecuencias que están teniendo sus actos: la secundarización de la Primaria, acompañada de una bajada de rendimiento que sí que se ve en sus informes, pero también le da igual, porque lo más importante es el ahorro, por supuesto, y el ahorro en la pública; si hablamos de la concertada lo cambiamos por la palabra “inversión”.
Señor Imbroda, está exterminando las bases y los cimientos de la Etapa, que como ya le he dicho es la enseñanza con la figura del tutor como referente de cada clase. Sé que no le importa que seamos la bolsa más numerosa con más de 8.000 personas que comparten el mismo sueño. Sé que tampoco le importa que nuestras plazas estén siendo suprimidas para llenarlas con especialistas y ahorrarse nuestro sueldo. Sé que no le importa que sumando estos dos años hayamos tenido menos de 500 vacantes, y que interinos con 10 años de experiencia hayan estado en la calle. Sé que tampoco le importa que el 80% de plantilla perdida en estos 10 últimos años sean docentes de la especialidad de Primaria. Y sé que no le importa estar destrozando nuestras vidas y nuestros sueños. Pero ahora también sabemos todos que lo que menos le importa aún son los niños y niñas. Eso para un Consejero de Educación debería ser motivo de vergüenza; sin embargo, en su caso, parece serlo de orgullo.
Espero que comprenda la gravedad de sus actos y que se replantee el camino que quiere seguir y en qué está convirtiendo a la escuela, en lo poco que le falta a esta para convertirse en un instituto y en cómo está usted precarizando y desmantelando todo el sistema educativo. Espero que se lo piense. Mientras tanto no dude que estaremos en la calle, peleando por lo que es nuestro y, sobre todo, peleando por la idea que tenemos de colegio, en la que no somos números caros, sino piezas fundamentales que estructuran y forman la base de los cimientos de la escuela.

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