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jueves, 9 de abril de 2015

UNA TARDE EN CASA...

Aquella tarde decidí quedarme en casa sin hacer nada en lugar de darme una caminata por el campo florido de nuestra Alpujarra. Era una tarde plomiza, parecía que en vez de la primavera entraba el otoño. Me sentía melancólica y la mente se me voló a la más tierna infancia... Recuerdo olores, colores pocos, más bien blanco y negro, sabores, sensaciones, sentimientos, amigos y amigas que no he vuelto a ver, juegos en la plaza, mis hermanos, mi madre llamándome por la ventana, mi padre cuando se iba a Barcelona, el Calvario y mi abuelita, la tienda de Paco, las pipas de Mercedes, el cine, mi primera comunión sin mi padre y un moño que me tiraba mucho, las comidas de mis abuelas, los viajes al cortijo en mulo metidos en capachos, cuando la magia del membrillo hacía que cada mañana naciera dinero, los teatricos, tirarnos por las escaleras rodando... Pero sobre todo lo que más recuerdo era la libertad que nos daba jugar en las calles, éramos niños y niñas felices a pesar de los tiempos que corrían...
Hoy el silencio inunda las calles del pueblo, los chiquillos no juegan en ellas..., no saben lo que se están perdiendo...

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