El primer propósito del delantal era proteger la ropa debajo, pero, además ... sirvió como un guante para quitar la sartén del horno.
Fue maravilloso también secar las lágrimas de los niños y, en ocasiones, limpiar las caras sucias.
Desde el gallinero, el delantal se usó para transportar los huevos y, a veces, los polluelos.
Cuando llegaban las visitas, el delantal sirvió para proteger a los niños tímidos.
Cuando hacía frío también se abrazaba con él.
Este viejo delantal era un fuelle, agitado sobre un fuego de leña.
Fue él quien llevó las papas y la madera seca a la cocina.
Desde el huerto, sirvió como una cesta para muchas verduras después de que se cosecharon los guisantes, también fue ahí el turno de las coles, de las habichuelas, de los hinojos y cerrajas, de las collejas...
Mi madre siempre llegaba a casa con el delantal lleno porque a casa siempre se llevaba algo, aunque fuera una piedra.
Y al final de la temporada, se usaba para recolectar manzanas, peras, ciruelas, cerezas, uvas...
Cuando los visitantes llegaban inesperadamente, era sorprendente ver qué tan rápido este viejo delantal podía sacar el polvo.
Mi madre también lo usó para coger el pan de la pala del horno, calentito para hacernos la porra y que mojáramos con ese pan.
Tenīa varios delantales, para según la ocasión.
Pasarán muchos años antes de que algún objeto pueda reemplazar este viejo delantal .
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