Septiembre es un mes raro, con una entidad propia, un mes especial y absolutamente diferente al resto de meses del año. Todos los meses tienen algo parecido entre si. Julio se parece a Agosto al igual que Octubre a Noviembre. Diciembre es el hermano gemelo de Enero ya que ambos meses comparten frío y fiestas navideñas a partes iguales pero ninguno se parece a Septiembre. Una de sus peculiaridades es que, siendo el noveno mes del año, para muchos es considerado como el comienzo del mismo por estar situado justo después de ese sueño fugaz llamado verano. Y así se convierte no sólo en el mes de rescatar las sudaderas sino que está ahí para hacer balance, resolver los asuntos pendientes, dejar de fumar, volver al gimnasio o cumplir con ese remoto propósito de ir a la escuela de idiomas. Pero es mucho más que eso. Septiembre tiene algo inexplicable, algo de muda de piel, de transición, algo indefinible entre nostalgia, regreso y despedida. No sabría decir el qué. Es algo, como una sensación de viaje del que nunca debimos regresar.
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