El frío cala los huesos y regreso a mi infancia. Vuelvo a sentir eso que nunca olvido: quién soy, de dónde vengo y cuánto debo a mis padres que con mucho esfuerzo supieron darnos todo.
El mazazo más grande para todos nosotros fue la pérdida de mi hermano Serafín, pero a pesar de su ausencia me siento una mujer afortunada porque tengo ilusión, porque cada día busco colores, porque la vida es lo más hermoso que tenemos y no podemos perderla en tonterías...
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