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lunes, 8 de diciembre de 2025

domingo, 7 de diciembre de 2025

Tere Maldonado: “La innovación educativa es una invención que responde a las necesidades del capital”

 Es una profesora de filosofía de secundaria que lleva bastante razón en lo que dice. Es el final de la entrevista.

DE LO QUE SE TRATA NO ES DE ADOCTRINAR, SINO DE GENERAR LA CAPACIDAD DE PENSAMIENTO PROPIO Y AUTÓNOMO

Para acabar en positivo, ¿cómo debería ser la enseñanza o qué cambios habría que introducir para avanzar hacia una educación menos al servicio del neoliberalismo?

Para construir hay que destruir. Hay que pegar un frenazo en seco a todas las políticas que se están llevando a cabo vía formación del profesorado y de los equipos directivos. Pero, como pasa con el cambio climático, aunque pares todas las máquinas existen inercias.

Hay que recuperar cosas como la importancia de los contenidos. La formación del profesorado tiene que centrarse en las materias que imparte, en la sabiduría acumulada por los y las docentes con más años de experiencia, y en recuperar la didáctica de las asignaturas. Hay que reconocer el trabajo del profesorado y no ponerle obstáculos; hay que desburocratizar. Ahora mismo hay toneladas de trabajo absolutamente estéril.

Yo conocí una enseñanza sin ordenadores, y la promesa tecnológica era que iban a aligerar la carga laboral. Ha sido todo lo contrario: han hecho que el profesorado no pueda levantar los dedos del teclado y tenga que dedicar mucho tiempo a tareas que no tienen que ver con su cometido, que es preparar clases.

Hay que bajar las ratios, algo que los sindicatos repiten con razón. Y hay que devolver un punto de seriedad al trabajo que se hace en los centros. Esto puede sonar retrógrado, pero creo que hay un exceso de festejo y celebración. En secundaria y bachillerato, cuando por fin coges ritmo en una asignatura, llega la semana de la cultura, del medio ambiente o de lo que toque. Hay que recuperar la idea de que el estudio es algo serio; muy gratificante, sí, pero no de manera inmediata: no es un like que te da un subidón.

Necesitamos parar. Otro tópico dice que debe haber una unión muy estrecha entre la escuela y la sociedad. Si la escuela fuera una mímesis de la sociedad, sería un horror. Yo reivindico que, para que exista capacidad de crítica —el famoso pensamiento crítico—, tiene que haber un mínimo de distancia. La escuela tiene que ser un lugar de protección, donde se muestre al alumnado que existen otras lógicas que no responden a la obtención del máximo beneficio.

La escuela tiene que estar aparte y protegida, como si fuera un lugar sagrado. Y echo mucho de menos el respeto por la tarea del profesorado: en un contexto de griterío en redes sociales, nuestro trabajo se ve muy cuestionado y muy poco investido de autoritas, de autoridad para poder hablar de un tema que controlas.

viernes, 5 de diciembre de 2025

Un grupo de jóvenes de la Alpujarra revoluciona con sus 'entrenos' el envejecimiento activo de la comarca.

 Enhorabuena por vuestra gran labor.

GRANADA 5 Dic. (EUROPA PRESS) - 

'Forjado en la Alpujarra' es el lema de la empresa Dagaco, un centro de entrenamiento multidisciplinar compuesto por un grupo de jóvenes que han revolucionado con sus 'entrenos' el envejecimiento activo de la Alpujarra.

Lo que en 2021 parecía una apuesta arriesgada, hoy se ha convertido en una historia de éxito empresarial, social y de esperanza para una de las zonas más despobladas y envejecidas de la provincia de Granada.

Gracias a la iniciativa de dos jóvenes emprendedores, Antonio Cruz y David Archilla, la empresa deportiva Dagaco guarda desde el entonces el secreto de la longevidad de buena parte de la población de la zona.

Todo, con el apoyo de la Delegación Territorial de Empleo de la Junta de Andalucía, un respaldo que en sus comienzos les permitió materializar el proyecto con dos ayudas para autónomos de cerca de 6.000 euros.

"Casi cinco años después, el resultado es impresionante", ha celebrado el delegado de Empleo, Javier Martín Cañizares.

En 2021, cuando gran parte de la economía local retrocedía por la pandemia, Antonio Cruz regresó a su pueblo materno tras estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, decidido a afrontar una realidad: en la Alpujarra la población envejece, los jóvenes emigran y los servicios básicos (sanitarios, deportivos o sociales) son escasos en comparación con otras zonas más pobladas y mejor comunicadas.

"Ahí había un nicho de mercado y una oportunidad empresarial que no podíamos dejar pasar", afirma el joven, que sumó sus ganas con las de David Archilla, graduado en Fisioterapia y Técnico Superior en Actividades Físicas y Deportivas.

Tanto Antonio como David se encontraban fuera del pueblo, "pero queríamos volver a Cádiar y veíamos que este proyecto empresarial tenía futuro", afirman.

El equipo fue creciendo con Salvador López, Javier Román, Paco López y Jesús Miguel, un grupo multidisciplinar que comenzó a ofrecer formación física profesional en las aldeas pequeñas donde los centros de salud deportiva eran inexistentes.

Lo que comenzó en el polideportivo municipal de Cádiar, se convirtió poco a poco en un servicio estable que hoy en día ofrece entrenamientos adaptados (gimnasia de mantenimiento, ejercicios de equilibrio, clases grupales y atención personalizada) a once pueblos de la comarca que suman 9.353 habitantes. De ellos, 806 superan los 80 años y cuatro han soplado ya un siglo de vida.

Dagaco cuenta con sedes en Cádiar y Ugíjar aunque sus entrenadores se desplazan a otros núcleos del entorno como Albondón, Almegíjar, Turón, Laroles y Mairena (de Nevada), Válor, Yegen y Mecina Bombarón (de Alpujarra de la Sierra), Juviles, Pórtugos y Trevélez.

"En esos pueblos viven muchas personas mayores con pocas alternativas. Nosotros quisimos ofrecer una oportunidad real de mejorar su salud, su independencia y su calidad de vida", explican los entrenadores.

Aunque los inicios fueron humildes, pronto el boca a boca, el trato cercano, la profesionalidad y el carisma de los trainers hicieron que la demanda explotara.

"De hecho, cuentan ya con 400 usuarios a los que no solo ayudan a mejorar su estado físico, sino que les asesoran a nivel nutricional o en cualquier otro aspecto psicosocial", según ha alabado la alcaldesa de Cádiar, Encarnación López.

BASTONES FUERA 

Personas que habían perdido movilidad, que vivían aisladas o que dependían del bastón, ahora vuelven a caminar con seguridad, han mejorado su equilibrio y recuperado su energía.

Es el caso de Pura Torres, una vecina de Pórtugos de 90 años, "que cuando llegó tenía una dependencia muy alta de su bastón para cualquier tipo de desplazamiento".

Tras cinco meses de entrenamiento, esta vecina "ha logrado dejarlo fuera de la sala de fitness mientras dura su sesión e, incluso, moverse sin él cuando finaliza la misma", comenta Antonio.

"Este tipo de resultados nos llena de orgullo y también es una prueba de que el deporte no es solo cosa de jóvenes, sino que debe practicarse a lo largo de toda la vida", afirman los entrenadores.

Por su parte, el delegado de Empleo ha felicitado al equipo de Dagaco, cuya iniciativa tilda de "modelo inspirador de emprendimiento social y de desarrollo rural".

"Gracias a proyectos como éste, demostramos que invertir en salud y en deporte en el mundo rural no solo mejora la calidad de vida de sus habitantes sino que genera oportunidades laborales y fortalece el sentimiento de comunidad en los pueblos pequeños", ha incidido Martín Cañizares.

De hecho, a la empresa se han ido incorporando otros jóvenes colaboradores con otros perfiles como Pablo Álvarez (desarrollador web) y Nazareth Toro (diseñadora y community manager).

En sus inicios, Dagaco se propuso cambiar la forma de ver, sentir y vivir el ejercicio físico en la Alpujarra y ya lo ha conseguido con buena parte de su población, pues además ofrecen un servicio específico para niños y otras clases de entrenamiento para la población en general.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

VINCENT TRUMP Y SU MAGO PARTICULAR.

 Artículo muy bueno de Antonio Lara Ramos.

 Aquella mañana el presidente Vincent Trump, en palabras de Marco Rubio, “amaneció con el moño virao”. Vociferaba por todos los rincones. Nadie se atrevía a interrumpirlo, ni siquiera el arquitecto que pretendía mostrarle los planos modificados para construir ese gran salón de baile en el ala este de la Casa Blanca. Su gran ilusión: Melania y él inaugurándolo al compás del ‘Danubio azul’ de Johann Strauss. 

En el episodio anterior, Vincent, el guerrero del planeta contra los alienígenas invasores, necesitaba refuerzos. El elegido: el mago de las infalibles pócimas, Gargamel. Había encomendado a James Vance su búsqueda, “a la mayor brevedad”. En tan magna empresa colaboraba Rubio. El ultimátum presidencial, inapelable, no permitía demora. Impaciente como nadie, recordaban la patada en el culo dada al mismísimo ‘multimillonario’ Elon Musk.

Reunió a ambos en el Despacho Oval. “Demasiado retraso con Gargamel, ¡sois unos inútiles!”, espetó. Y la cara se les transformó. “Necesito un tipo como el consejero de la presidenta madrileña, ¡admiradora mía!, que manda mucho en España y que da caña al peligroso comunista Sánchez, tan ‘estirao’ como estuvo en la cumbre de Sharm el Sheij. Acabé con la guerra de Gaza y me negaron el Nobel de la Paz, ¡pandilla de desagradecidos!” —les reveló—. “Tienes toda la razón, presidente” —apostilló Vance—. “No me hagas la pelota, ¡so capullo!, tú eres otro igual. Han pasado semanas desde mi encargo de encontrar a Gargamel”. Y Rubio, entretanto, desviaba la mirada hacia el retrato de Benjamín Franklin, en el que intuía una ligera sonrisa.

Vincent siguió relatando atropelladamente que a Gargamel lo necesitaba ya, que era como ese que llaman MAR en España, un chamán que vaticina el futuro, que se cargó a un enemigo de su dueña, un tal Casado, presidente del partido, al que le inventó una historia de espías —la ‘gestapillo’, la llamaba el tío—, y todo porque ella favoreció a su hermano en un contrato de mascarillas. Y un día dijo que se cargaría al fiscal general por defender al novio de la niña, y se lo cargó. No tuvo más que pronunciar unas palabrillas mágicas a amigos periodistas: “Hacienda ha ofrecido un pacto al novio, así que ¡p’alante!”. Y todo resultó como a Vincent le gustan las cosas. Entonces fijó una mirada lacónica sobre sus interlocutores: “Pobre muchacho, mira que achacarle fraude y esas tonterías. Una víctima como yo, que me persiguen por fraude fiscal de mis empresas, de estar en los papeles de Epstein, de promover el asalto al Capitolio y de tantas mentiras. ¡Con ese MAR hubiera obtenido el Nobel!”. 

Eran días convulsos, una epidemia de socialistas invadía Estados Unidos: Zohran Mamdani ganaba la alcaldía de Nueva York y Katie Wilson la de Seattle, ¡tremendo!; o ese contestatario Brandon Jhonson, alcalde de Chicago, o las manifestaciones ‘No Kings’. Todos detrás del decrépito senador Bernie Sanders. Vincent pagaba semejante desesperación con más redadas de indefensos inmigrantes o la gran idea del vídeo creado con IA contra esa gentuza: “Yo pilotando un avión, ‘Rey Trump’, ataviado con mi corona —ufano y sonrisa socarrona—: ¡y lanzando mierda a los manifestantes!”. 

Vance y Rubio salieron del Despacho Oval apesadumbrados. 

Nos jugamos el puesto, Marquito, me veo en Alcatraz o con Bukele. 

Al presidente no se le olvida la chuscada de Gargamel —aseguraba Rubio.

Ni se le olvidará —respondió Vance—. Conozco sus resentimientos, si le gastas un faena, cuando pueda te devolverá el golpe. Reitero mi propuesta: tú puedes encontrar una solución, eres cubano y en tu país se arreglan estas cosas con la santería.

Jaimito, no seas ‘cablón’, no digas que soy cubano, ¿quieres que me ‘depolte’ el ‘pelopanocha’?”—le reprochó Rubio. 

Y Marco pensó en un tío suyo de Cuba, un poco patituerto, con andares de pato, joroba de camello y una efigie con nariz larga y afilada por rostro. Tan moreno, ojos saltones y rodeados de marcadas circunvalaciones semejantes a la piel de un rinoceronte. Llamó a su primo Silverio, promentiéndole que le arreglaría los papeles para venir a Estados Unidos. “!Tráemelo como sea, mi alma!, es cuestión de vida o muerte. Le pones una saya de santero, yo haré el resto”, le ordenó.

Así fue cómo una mañana de finales de otoño, movida por viento gélido, llegó Rubio con su tío a la Casa Blanca. Le aguardaba Vance. El vicepresidente se quedó pasmado, era la viva imagen del mago que recordaba cuando pasaba las horas muertas ‘embobalicado’ viendo la serie de los pitufos. Los tres se dirigieron al Despacho Oval, aguardaba Vincent Trump. Nada más entrar, este apartó unos documentos que firmaba, soltó el enorme rotulador negro con aspecto de guadaña, se levantó y estupefacto fue hacia ellos, con cara desencajada, arreciando el tono marrón de su piel. Soltó un retumbado sonido que se asemejó a un graznido, espetando con voz gritona: “¡Por fin estás aquí, querido Gargamel, qué ganas tenía que verte…!”. 

Se aproximó y lo apretó con abrazo de oso y, seguidamente, retrocediendo unos pasos, moviendo el cuerpo al ritmo marcado por el balanceo de sus brazos rematados por unas manitas redonditas y empuñadas, exhibiendo una chepa que obligaba a la enorme corbata roja casi a besar el suelo, mostró gran alegría. Rubio, mientras, desviaba la mirada a Benjamín Franklin. 

Vincent, contemplando fijamente a tan ilustre visitante, con boquita de cuchicheo susurró: “Espero que hayas traído a Azrael, me hace una ilusión sideral verlo”. (Continuará)

*Artículo publicado en Ideal, 02/12/2025.